Un segundo

Un segundo, Zhang Yimou

一秒钟 Yī miǎo zhōng

Zhang Yimou, 2020


¿De qué va?

En plena revolución Cultural, un fugitivo y una huérfana luchan por unas bobinas de una película que se va a proyectar en una población rural. Aunque lo hacen por motivos muy diferentes, sus historias se cruzarán y ambos serán testigos de la alegría que el cine puede traer a los habitantes de una pequeña comunidad.

Por qué verla

Considerada por muchos como una declaración de amor al cine por parte de Zhang Yimou, la sencillez de la historia que narra hace que nos centremos en las adversidades que tienen que sufrir sus protagonistas y cómo el encuentro entre ambos acaba transformándoles.

 
 
 
 
 
 

Saber más sobre la película

Un segundo abrió la sección oficial del Festival de San Sebastián de 2021, dos años después de cuando tenía que haber participado en el Festival de Berlín. La cancelación de su estreno en 2019 en dicho festival por supuestos “problemas técnicos” hizo que se extendiera el rumor y la sospecha de que la película hubiera sido censurada y que nunca fuera a verse estrenada. Zhang Yimou siguió trabajando en otras películas y Un segundo fue finalmente estrenada en 2020 en cines, tanto dentro de China como fuera. Nunca sabremos si la versión estrenada difería en algo de lo que se iba a estrenar en Berlín en 2019 o no.

 
 
 

Para conocer más

El 16 de mayo de 1966 Mao aprobó una directiva secreta que declaraba la guerra a los representantes de la burguesía y que daba inicio a lo que sería la Revolución Cultural. Ante el miedo de caer en el revisionismo del que acusaba a la URSS, y que le hizo distanciarse del régimen soviético, Mao decidió dar un golpe de timón y luchar contra las voces disidentes, los intelectuales, académicos y cualquiera fuera considerado “contrarrevolucionario”.

Buscaba, sobre todo, una gran purga: cayeron el jefe de Estado Liu Shaoqi, a quien Mao veía como su gran rival, y el más moderado Deng Xiaoping. Liu moriría en prisión en 1969, y Deng sería purgado y teniendo que vivir aquellos años en arresto domiciliario y en un campo de reeducación. 

La revolución cultural tuvo también un efecto desastroso en el patrimonio histórico del país. Solo en la ciudad de Pekín, más de 8 mil objetos y más de 30 mil libros antiguos fueron destruidos bajo la premisa de “sin destrucción, no hay revolución, destruir lo antiguo y crear lo nuevo”.

Otra de las consecuencias fue que entre 16 y 18 millones de estudiantes y académicos fueron obligados a ir al campo a “reeducarse”.

 
 
 
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